miércoles, 14 de mayo de 2008

Elmer Mendoza

Nació en Culiacán, Sinaloa, en 1949. Además de dramaturgo es también autor de tres volúmenes de cuentos: Mucho qué reconocer (1978), Trancapalanca (1989), El amor es un perro sin dueño (1992); y de dos de crónicas sobre el narcotráfico, Cada respiro que tomas (1992) y Buenos muchachos (1995). Imparte en la actualidad cátedra en la Universidad Autónoma de Sinaloa y es un incesante promotor de la lectura e instituciones culturales.

Desde su primera novela, Un asesino solitario (publicada en la colección Andanzas en 1999 y reimpresa en Fábula en 2001), Élmer Mendoza se había dado a conocer, a juicio de Federico Campbell, no sólo como “el primer narrador que recoge con acierto el efecto de la cultura del narcotráfico en nuestro país”, sino también como autor de una aguda y vivaz exploración lingüística de los bajos fondos mexicanos, convertidos en rigurosa materia literaria.

Élmer Mendoza es nativo de la colonia popular en la ya mencionada ciudad de Culiacán, lugar del que hace menciones y ambientaciones comúnmente en sus obras, cómo lo podemos apreciar en Un asesino solitario, y con mayor regularidad en El amante de Janis Joplin, bajo el seudónimo de Col Pop, Efecto Tequila y Cóbraselo Caro.

En octubre de 2006, Mendoza visitó Texas A&M University en College Station, Texas lo cual fue su primera presentación académica en los Estados Unidos.



Balas de Plata, merecedora por unanimidad del III premio Tusquets Editores de Novela, lo consagra como editor de primerísima fila en el panorama de la novela hispánica. El jurado valoró en ella “la rabiosa modernidad en el uso del lenguaje, en la estructura narrativa hermanada con los últimos lenguajes televisivos, y el ritmo endiablado que, como la mejor novela clásica, no da tregua al lector hasta su desenlace” (Tusquets 2008).





Balas de Plata

En ella constata que 'la violencia cada vez nos sorprende menos' y que 'el ser humano es corrupto por naturaleza'. Hundido por le abandono de la mujer a la que ha amado, y necesitado de psicoanalista, el agente Edgar “el Zurdo” Mendieta se le acumula el trabajo en cuanto se hace cargo del asesinato de Bruno Canizales, un prestigioso abogado con doble vida, hijo del ex ministro d Agricultura, al que encuentran con la cabeza perforada por una bala de plata. El teléfono del Zurdo ni deja de sonar con las llamadas de un superior, que va anunciándole la aparición de nuevos canales en tan sólo un par de días. ¿Quién hay detrás de todo ello? ¿Los narcos? ¿los políticos alborotados ante las elecciones que se acercan? ¿los miembros de de la dudosa Pequeña Fraternidad Universal a la que pertenecía Canizales? La investigación, que no sin humor y adrenalina recorre antros y mansiones, y mezcla reporteros y bellísimas lesbianas, destapa un intrincado ovillo de perversos intereses, en el que el único realmente empreñado en ir hasta el fondo y, para variar, hacer justicia, es “el Zurdo” Mendieta. Tal vez porque ya no le queda nada que perder (Tusquets, 2008).

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